"Miedo a mi propia Sombra"

Por: Edwin Florian
Es normal que escuchemos a muchas personas decir “Le tengo miedo hasta a mi propia Sombra”. Esta expresión, no es más que la desesperación social de cada persona con la inseguridad ciudadana en la que vivimos los dominicanos actualmente.

Temer a ser víctima de un atraco, de un robo, de un secuestro y más aún ser asesinado por una de estas escorias humanas y sociales, que sin sentido de vivir, les importan matar a cualquier persona, solo por quitarle 500 o 1000 pesos para un pase de sustancias controladas.

Mientras en el país las principales autoridades se pelean por si se puede o no vender bebidas alcohólicas para llevar en motores, por si se aprueba o no el préstamo siguiente (para seguir embargándonos hasta la tercera generación de nuestra tercera generación), no podemos llegar pasada las 11:00 de la noche a nuestros hogares, porque cuando miramos hacia el suelo pensamos que nos van a atracar y es nuestra propia sombra.

Pero cómo paramos esto?…. ¡Que venga un Trujillo carajo a ve’ si Eto’ se arregla! Otra expresión fruto de la desesperación de los dominicanos.

Lamento decirte que es casi imposible mejorarlo. Te explico; la pasada Dinastia que gobernó en el país por dos décadas, implementó un sistema de compañerismo que, si no eres recomendado para un trabajo (No por un pastor, un cura, un padre, un monaguillo, etc), por la hermana, el hermano, el tío o el sobrino del presidente no puedes trabajar para lo que duraste años preparándote y si no tienes el juicio bien equilibrado y tus emociones en su lugar, terminas en la calle con un arma de fuego buscando a tu mejor victima para quitarle lo suyo sin importar matarla.

Pero no se queda ahí, porque no solo le tememos a estos desgraciados empipados, si no que aquellos destinados a velar por nuestra seguridad y cuidado son en su mayoría más delincuentes que los mismos delincuentes, no porque quieren, sino, porque el sistema los ha formado así.

Pero sigamos adelante, viviendo con miedo como si estuviéramos en una película de terror, de esas de las que nunca amanece y cuando crees que amaneció hay ojos encima de ti mirando cómo te llegarán más tarde.

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