Por: Edwin Florian
En San Juan hay un grupo grande de maestros que pasaron el concurso y, en vez de dar clases en su tierra, han tenido que irse a trabajar a provincias lejanas, tales como Santo Domingo, Puerto Plata, La Altagracia, Santiago, Motecristi y Todo el Cibao.
El problema no es solo que se van, es todo lo que eso trae detrás. La separación familiar es uno de los impactos más graves: madres que dejan los hijos con el papá, o padres que dejan los muchachos con la mamá. Hogares que eran tranquilos ahora se han convertido en núcleos fragmentados. Y además, el gasto es mayor, porque cada cierto tiempo tienen que estar viajando a ver a los suyos.
Desde el año 2023, esta situación se repite sin que el gobierno haya dado una solución efectiva. No se trata únicamente de un asunto laboral, sino de un problema que impacta directamente en la cohesión social y en la calidad de vida de quienes, irónicamente, fueron llamados a formar las generaciones del futuro.
El Ministerio de Educación debería pensar en lo que esto significa. No es justo que maestros formados y preparados tengan que irse lejos, cuando aquí mismo en San Juan todavía hay escuelas que necesitan personal.
El gobierno tiene que buscar una solución y rápido. La educación se fortalece cuando los maestros están estables y cerca de su gente, no cuando viven con la maleta en la mano y el corazón partido.
El país no puede pretender fortalecer la calidad de la enseñanza a costa de familias divididas y maestros desgastados por la distancia. La solución está en manos de las autoridades: reubicar a los docentes, darles la oportunidad de servir en su tierra y demostrar que la educación también se construye desde la estabilidad familiar.

