El Centro Nacional de Huracanes está vigilando tres perturbaciones climáticas que avanzan en dirección a Estados Unidos aunque, por el momento, tienen pocas probabilidades de convertirse en tormentas tropicales.
La temporada de huracanes en el océano Atlántico comienza el 15 de mayo y acaba oficialmente el 30 de noviembre (aunque en ocasiones hay tormentas antes y después, el clima no sabe de calendarios oficiales).
El momento crítico se alcanza, sin embargo, precisamente alrededor del 10 de septiembre, según los registros del último siglo. Es decir: hoy.
Para este año, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOOA, en inglés) predijo una actividad ligeramente por encima de la media, con entre 10 y 17 tormentas tropicales, entre ellas 5 y 9 huracanes, y de ellos entre 2 y 4 de categoría superior (con vientos de más de 111 millas por hora).
La actividad hasta ahora ha sido normal, con siete tormentas, y entre ellas dos huracanes y uno, Dorian, de categoría superior (llego a tener vientos de 150 millas por hora).
Puede quedar pues aún lo peor por llegar.
Como decíamos, hay tres perturbaciones en el Atlántico de camino al mar del Caribe y, quizá, a territorio estadounidense.
La más cercana tiene un 30% de posibilidades de convertirse en depresión tropical (el primer paso antes de tormenta o huracán) en los próximos cinco días. Primero atravesará las Bahamas (castigadas duramente por Dorian) y Florida, dejando fuertes lluvias de jueves a domingo, pero una vez en el golfo de México podría fortalecerse (las aguas cálidas alimentan huracanes; por ello el cambio climático está provocando tormentas cada vez más potentes y destructivas).
Hay otra onda tropical en mitad del océano, a 900 millas al este de las Pequeñas Antillas, que se acerca al Caribe pero sólo tiene un 20% de posibilidades de sobrevivir. Y, por último, hay otra onda tropical saliendo de la costa africana, también con un 20% de posibilidades en su viaje hacia el Caribe.
¿Hay motivo para preocuparse?
Nunca hay motivos para preocuparse hasta que hay motivos reales para preocuparse, y no es el caso.
Pero la NOOA gusta de recordar lecciones históricas para estar siempre alerta. Una de ellas, por ejemplo, es aquel año (2004) en el que Florida sufrió el impacto de cuatro huracanes en el plazo de tan solo seis semanas.
Aquel año se predijo una temporada con actividad superior a la media, y así fue: 15 tormentas, nueve huracanes… y cuatro de ellos impactando en Florida.
Charley fue el primero, el 13 de agosto, con categoría cuatro. La NOOA lo recuerda porque “mucha gente sólo prestó atención” a la línea central de trayectoria prevista, en vez de al cono de probabilidad. La tormenta cambió de ruta en el último minuto, y se desvió 100 millas de lo previsto (o, para ser más precisos, la previsión falló en 100 millas).
El 5 de septiembre llegó Frances, con categoría dos, dejando una senda de destructivos tornados a su paso. El 16 de septiembre impactó Iván, con categoría 3 y una marejada ciclónica de hasta 15 pies de alturas que se extendió a 500 millas de distancia del punto en el que tomó tierra. Y el 26 de septiembre arribó Jeanne, prácticamente sobre el mismo lugar arrasado ya por Frances, y causando fuertes inundaciones tierra adentro.
Esos cuatro nombres fueron retirados del archivo de nomenclaturas para tormentas, como siempre que se provocan fuertes daños.