En tiempos donde la inmediatez de las redes sociales y la superficialidad de los «fake news» dominan las conversaciones, es preocupante cómo el hábito de la lectura se ha ido desvaneciendo en la sociedad dominicana. Vivimos en una era donde la rapidez prima sobre la reflexión, y muchos prefieren consumir contenido fácil y rápido, dejando de lado la maravillosa experiencia de abrir un libro. Esto no solo empobrece nuestro vocabulario y capacidad crítica, sino que también limita nuestra imaginación y nuestro acceso al conocimiento.
La importancia de la lectura va más allá del mero entretenimiento. Leer nos abre las puertas a un mundo lleno de posibilidades, permitiéndonos vivir aventuras, conocer culturas, expandir nuestro lenguaje y alimentar nuestra creatividad. Desde las primeras páginas de un libro, los niños pueden desarrollar su imaginación, su capacidad de análisis y su empatía al conocer personajes e historias diversas. La lectura se convierte en un puente hacia un aprendizaje continuo, una fuente de inspiración y un refugio en tiempos de incertidumbre.
En este sentido, fomentar la lectura desde la niñez es crucial. Los padres juegan un papel fundamental en este proceso. Desde pequeños, los niños deben estar rodeados de libros, visitar bibliotecas, ir a eventos culturales, como la Feria Internacional del Libro que se celebra cada año en Santo Domingo (este año del 7 al 17 de noviembre en la Plaza de la Cultura), y conocer el poder transformador de la lectura. Es responsabilidad de los adultos presentarles este hábito como una herramienta esencial para su crecimiento personal e intelectual.
Las actividades culturales, como la visita a bibliotecas, museos y obras de teatro, son espacios que ayudan a expandir los horizontes de niños y adultos por igual. En un país rico en cultura e historia, debemos aprovechar estos recursos y enseñar a las futuras generaciones a valorar el conocimiento que nos ofrecen los libros. También es fundamental que el Estado y las instituciones educativas fortalezcan el acceso a la lectura y promuevan su importancia en los programas educativos.
La realidad es que las redes sociales, con su inmediatez y desinformación, han desplazado al hábito de la lectura. Pero tenemos la oportunidad de revertir esta tendencia. Inculcar el amor por los libros no solo mejorará el intelecto de nuestros jóvenes, sino que también los preparará para ser ciudadanos críticos, conscientes y bien informados en un mundo que exige cada vez más criterio y discernimiento.
Es tiempo de retomar el hábito de la lectura y enseñar a las nuevas generaciones a refugiarse en las páginas de un libro. Solo así podremos construir una sociedad más culta, creativa y con visión de futuro.