El joven Félix Alexander Mejía Ortiz llegó a los Estados Unidos cuando era pequeño pensando que viviría en “un mundo feliz e increíble”. Pero, según lo que cuenta, sus padres no estaban del todo preparados para el proceso migratorio, por lo que el inicio de su nueva vida no fue placentero.
Tenía seis años y se fue junto a su madre y hermana, pedidos por su padre, quien vivía en Nueva York en calidad de residente.
Durante el primer año, la familia vivió en un albergue temporal. En adición, a Félix le tocaba enfrentarse con la realidad que sufre la mayoría de los niños inmigrantes cuando entra a la escuela: la discriminación.
“Yo llegué sin saber inglés, sin saber nada y mis maestros no me ayudaban en la escuela que primero me inscribieron. Para ellos, yo solo era un inmigrante que vivía en un albergue para desamparados, o sea que para ellos yo no tenía un futuro”.
Sus facciones también fueron motivo de rechazo entre sus compañeros de aula. Cuenta que lo veían “diferente”, pues su piel es blanca, pero su cabello es crespo y de color oscuro.
Mientras Félix Alexander sufría por su condición de inmigrante, sus padres trabajaban largas jornadas hasta que lograron rentar un departamento.
Cuando el pequeño pensaba que todo iba a mejorar, su madre es diagnosticada con la enfermedad de Crohn, una condición intestinal inflamatoria crónica que no tiene cura.
“La tuvieron que operar más de 10 veces tratando de curarla, porque la condición hace que le salgan úlceras en el estómago. No fue fácil nada de eso”, narró.
A pesar de todas las calamidades, la pareja Mejía Ortiz empujaba a sus hijos a ser mejores y siempre le exhortaron a no optar por el camino fácil. A la vez, tomaron acciones en favor de sus vástagos y los pusieron otra escuela, que hoy Félix describe como increíble.
El joven, que en julio de 2019 cumplió 18 años, asumió el consejo de sus padres de manera literal, hasta el punto de finalizar el bachillerato con un promedio sobre los 95 puntos. “Me gusta subir la montaña y nunca coger el camino fácil”.
Terminar como estudiante meritorio lo hicieron merecedor de una beca que le otorgó el Ministerio de la Juventud, a través del Consulado Dominicano en Nueva York, para que curse sus estudios superiores en Franklin University donde estudiará ciencias forenses.
Hoy en día Félix Alexander mira hacia atrás y agradece la fortaleza que le dieron sus padres durante los momentos difíciles, y el empeño de sus maestros, gracias a los cuales ha podido lograr su sueño de estudiar en una buena universidad.
A los jóvenes les aconseja trabajar en su superación de manera incansable. “Nunca cogiendo el camino fácil fue que yo llegué aquí y ustedes también pueden”.