Desde muy pequeño me visualicé de adulto, haciendo importantes aportes a la sociedad, para ello me involucré en clubes juveniles y organizaciones de base comunitarias, porque entendía que esas plataformas de acción social, nos permiten contribuir al mejoramiento sistemático y permanente, de los sectores más recónditos de nuestro país. Para nadie es un secreto que vivimos en una sociedad con muchas carencias, la misma adolece de hombres y mujeres filantrópicos con disposición para convertirse en agentes de cambios.
Convencido de que construir una sociedad más justa, solo es posible cuando los hombres y mujeres de buena voluntad participan en los espacios de poder y toma de decisiones, me involucré en la política; aunque tengo que confesar que en cierta forma he sido defraudado, la política sigue siendo hermosa y digna de ejercer por la gente de valor, la política no es mala en sí misma, malos aquellos quienes la ejercen sin decoro, sin responsabilidad y sin ningún apego a la ética.
Me preocupa sobremanera, el hecho de que el tejido social ha perdido su esencia comunitaria, cada uno ve por sus propios intereses, hemos dejando a un lado la posibilidad de unirnos como uno solo, y enfrentar mancomunadamente las problemáticas que impiden que avancemos como sociedad, mientras eso suceda, los cambios duraderos no serán más que una utopía.
Lograr cambios permanentes será posible cuando las comunidades marginadas ocupen un lugar importante en las discusiones, a hora de elaborar los planes de desarrollo del país, y al momento de hacer la distribución de los recursos del Estado.
Hay que tomar en cuenta que la pobreza no sólo se refiere a los bajos ingresos, se trata de vulnerabilidad, exclusión, baja calidad en los servicios de salud, baja calidad en educación, y falta de políticas públicas en materia de juventud. Los cambios duraderos dejan como resultado la inclusión social de los grupos vulnerables y una notable mejora de la condición de vida de las comunidades. La política partidaria juega un papel determinante en el logro de esos cambios permanentes, pues ella representa una gran oportunidad de hacer aportes sustanciales, para cerrar las grandes brechas que impiden el desarrollo sostenible de nuestro país.
Finalmente, es imperante la necesidad de paliar las necesidades primarias de las personas; sin embargo, es importante, que para lograr esos cambios duraderos se trabaje en un cambio de mentalidad, y eso solo se logra apostando a una educación novedosa, donde se provea a las personas de herramientas que les permitan estar empoderadas, y garantizar su progreso sin la necesidad de una intervención directa del Estado o de alguna ONG.