Ítalo Augusto tenía siete años y estaba jugando en la puerta de su casa cuando un tiro terminó con su vida en el municipio Sao Joao de Meriti, en la Baixada Fluminense, en el estado brasileño de Río de Janeiro.
El niño, que según los testigos recibió un disparo en la cabeza, fue auxiliado por familiares y amigos que le trasladaron hasta un puesto de socorro de su barrio, Éden, pero llegó sin vida.
"Te quería tanto. Eras como un hijo para mí (…) No quiero creer que hayas muerto de esta manera", escribió en Twitter la hermana del pequeño. En su mensaje agregó varias fotografías de los dos juntos.
Según apuntó la Policía Militar, en una nota recogida por la prensa local, un equipo de agentes se encontraba patrullando la zona cuando fue disparado por una persona que iba en una motocicleta y que después escapó.
La Policía aseguró que no respondió a los disparos y que tras finalizar el ataque se les informó de que un niño había sido alcanzado por una bala.
La ONG Rio de Paz calcula que seis menores han perdido la vida por balas perdidas durante estos meses de 2020 en Río de Janeiro, lo que supone el mismo número de fallecidos que en todo 2019.
El jueves pasado, Kauã Vitor da Silva, un niño de 11 años, murió de un tiro en la cabeza cuando se encontraba frente a su vivienda en el complejo de favelas de Maré.