La jornada electoral de este 5 de julio constituye una prueba de fuego para el voto dominicano en el exterior, supuesto a ser ejercido por 595,879 ciudadanos repartidos en diferentes países, en medio de una pandemia y tras una campaña que, por tal motivo, se ha efectuado en gran medida de manera no presencial.
El voto del dominicano en el exterior fue instituido en 2004 con una participación que tiende a disminuir. En los dos últimos procesos electorales para el nivel presidencial, celebrados en 2012 y 2016, la abstención alcanzó más del 50 %, lo que plantea una ardua tarea pendiente para la Junta Central Electoral (JCE) y la clase política, quienes deben motivar el sufragio.
Debido al alto nivel de abstención, el voto en el exterior de 2016 apenas representó el 2.3 % y no tuvo incidencia significativa en el resultado, ya que la diferencia fue muy amplia entre los dos candidatos más votados, que fueron Danilo Medina, quien resultó ganador, y Luis Abinader.
Sin embargo, el padrón de dominicanos en el exterior creció, al pasar de un 5.7 % del universo de electores en 2016 al 7.91 % en 2020, con 204 mil más, para un total de casi 600 mil, una cantidad que, de votar masivamente, puede tener un peso relevante en los resultados.
Pero estimular a esa masa no parece tarea fácil en las elecciones de este domingo, pues la oposición ha denunciado algunos escollos, anomalías y atrasos en la organización del proceso, a lo que se unen los llamados a distanciamiento social por la pandemia del COVID-19 como ingredientes que favorecen la abstención y la no participación.
Analistas han proyectado una participación menguada con relación a los procesos electorales de los años citados, que fluctuaría entre el 35 y el 40 %, por la combinación de los factores mencionados, con la pandemia como nuevo ingrediente.
Entre las irregularidades denunciadas por la oposición figuran la supuesta exclusión de “miles” de votantes y los dislocamientos en el padrón electoral que les impedirían votar a personas que aparecen registradas en ciudades o países donde no residen.
El Observatorio Político Dominicano, por su lado, ha considerado necesaria una mayor y más efectiva campaña de información para los dominicanos de la diáspora, pues muchos de los que tienen derecho al voto no saben dónde ni cómo hacerlo. También cree que hace falta motivar más a los jóvenes hijos de dominicanos, pero nacidos en el extranjero.
Otros problemas estuvieron relacionados con normativas y restricciones de algunos países, debido a la pandemia, por lo que hubo que adoptar protocolos y esperar las autorizaciones correspondientes, lo que se tradujo en retrasos de los preparativos.
La diáspora dominicana con derecho al voto elegirá al presidente, vicepresidente y siete diputados de ultramar. Este último fue incorporado en la reforma constitucional de 2010, pero investigaciones y encuestas periodísticas han constatado que se trata de una figura desconocida por gran parte de aquellos a quienes están supuestos a representar en el Congreso Nacional.
Ahí se plantea otro tema que amerita mayor atención por parte de los actores del sistema, pues los aspirantes al citado cargo no solo son poco conocidos, sino que tampoco generan interés, pues este se vuelca hacia la presidencia y la vicepresidencia, de modo que se da por hecho que la elección se hará por arrastre.
Este panorama salpicado de incertidumbre sin duda arrojará lecciones que deberán ser aprendidas por los organizadores, partidos y candidatos, si es que quieren resultar favorecidos con tan apetecidos votos o valoración. De lo contrario, la motivación para votar en el exterior seguirá hacia la baja, la desconfianza en el sistema continuará su proceso de deterioro y solo quedará lamentarse.