Suena la alarma, como todos los días, y lo primero que llegó a mi mente fue que este miércoles sería un día de caos.
El pensar en lo que me esperaba con el transporte, fuera público o privado, ya estaba previsto desde el anuncio del cierre temporal de cinco de las estaciones elevadas de la línea 1 del Metro de Santo Domingo, por los trabajos de adecuación y cambio del sistema de señalización que permitirá la circulación de trenes de seis vagones.
Me arreglé de prisa y salí de casa más temprano de lo habitual en busca de esquivar un poco el caos del tránsito.
Llegué a la estación del metro Gregorio Luperón a las 6:35 de la mañana y ahí hice una corta fila para abordar una unidad de la Operadora Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA), que están transportando de manera gratuita a los usuarios en el tramo cerrado del Metro.
El acceso fue rápido y sencillo al ser una estación de poca demanda. A partir de ahí inició lo que me temía: la odisea de salir de Villa Mella sin metro.
Una vez dentro del autobús, lleno a capacidad, con un calor sofocante, sin aire acondicionado y la mayoría de sus ventanas sin poder abrirse de forma manual, comencé a vivir para lo que me había preparado mentalmente: el tapón que se genera para salir del municipio Santo Domingo Norte en horas pico.

