Autor: J. F. Encarnación
Versículo Clave: "El caballo se alista para el día de la batalla; Mas Jehová es el que da la victoria". (Proverbios 21:31 RVR 1960).
En la vida, todos enfrentamos batallas. Pueden ser batallas emocionales, espirituales o incluso físicas. Al igual que un soldado se prepara para la guerra, nosotros nos preparamos para lo que está por venir: tomamos decisiones, nos organizamos, nos armamos con el conocimiento o los recursos necesarios. Sin embargo, este versículo nos recuerda que, aunque nuestros esfuerzos son importantes, la victoria final no depende de nuestra preparación, sino de Dios. Es Él quien otorga la victoria, y su poder está por encima de cualquier estrategia humana. Es común que, cuando enfrentamos un desafío, nuestros pensamientos se llenen de miedo y duda. Al igual que un ejército que se prepara para la batalla, podemos sentir que hemos hecho todo lo posible, pero no vemos resultados inmediatos. Sin embargo, es en estos momentos que debemos recordar que, aunque nuestras fuerzas son limitadas, Dios nunca está limitado.
Se cuenta la historia de un hombre llamado Carlos, quien, después de perder su empleo, se dedicó incansablemente a buscar trabajo. Se preparaba cada día, enviaba currículums, se presentaba a entrevistas y hasta tomaba cursos para mejorar su perfil profesional. A pesar de su arduo trabajo, parecía que las puertas se cerraban una tras otra. Un día, cuando ya estaba al borde de la desesperación, se inclinó en oración y le pidió a Dios que tomara el control de su vida. Pocos días después, recibió una oferta de trabajo inesperada, que no solo cumplía sus expectativas, sino que superaba todas sus posibilidades. Carlos aprendió que, aunque su esfuerzo fue valioso, fue la intervención de Dios quien abrió la puerta correcta en su vida.
Hoy, te invito a reflexionar sobre tus propias batallas. ¿Hay algo que estés enfrentando que te hace sentir impotente o abrumado? Recuerda que, aunque podemos hacer nuestra parte, la verdadera victoria viene de Dios. Él ve nuestras luchas, y en Su tiempo, Él traerá la victoria. No te olvides de descansar en Su soberanía, confiando en que Él tiene el control total de tu vida y que siempre peleará por ti.
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Oración: Señor, reconozco que en mis propias fuerzas no puedo ganar ninguna batalla. Te entrego mis esfuerzos y mis sueños, sabiendo que Tú eres el que da la victoria. Ayúdame a confiar en Ti, a prepararme con sabiduría, pero a depender siempre de Tu soberanía. Gracias por tu fidelidad y por recordarme que Tú eres el que pelea por mí. En el nombre de Jesús, amén.
Reflexión: ¿Qué batallas estás enfrentando hoy? ¿Estás confiando en tus propias fuerzas o en el poder de Dios para darte la victoria? Hoy, aprende a descansar en la certeza de que Él está trabajando a tu favor. La victoria no depende de tu habilidad, sino de Su fidelidad y poder.
