Hace 45 años que en el país ocurrió el asesinato del periodista Orlando Martínez Howley, un suceso registrado durante el gobierno de los 12 años de Joaquín Balaguer.
Martínez Howley tenía 30 años de edad cuando fue asesinado a tiros en la avenida José Contreras, cerca de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde se erigió un busto en su honor.
El occiso era un periodista de izquierda, miembro del Partido Comunista Dominicano, y hacía oposición al entonces gobierno de Balaguer.
El crimen, ocurrido el 17 de marzo de 1975, se mantuvo impune hasta su reactivación en 1996 cuando Leonel Fernández asumió la presidencia del país.
En una sala abarrotada de personas y un gran dispositivo de seguridad, la Cámara Penal de la Corte de Apelación de San Pedro de Macorís condenó en 2007 a 30 años de prisión a los confesos asesinos del periodista: Mariano Cabrera Durán y Rafael Alfredo Lluberes Ricart (Lluberito).
En 2005 la Corte de Apelación fue apoderada del caso por la Suprema Corte de Justicia, luego de que la Cámara Penal del Distrito Nacional los condenara a 15 y 12 años de prisión y estos apelaran.
Un tercer condenado fue el fallecido general retirado Joaquín Antonio Pou Castro, a quien le impusieron 20 años, y Luis Emilio de la Rosa Beras cumplió una pena de cinco años.
La UASD y el Colegio Dominicano de Periodistas han rendido homenaje a quien consideran defensor de la democracia y de las libertades públicas del país.
“Nuestra academia considera que es un deber recordar a las nuevas y futuras generaciones que Orlando Martínez fue un periodista emblemático que abrazó su profesión como un sacerdocio y la lucha de los más pobres (…) en una época en que estos sectores sociales eran víctimas de atropellos e injusticias y defenderlos era una acción heroica”, dijo la rectora de la UASD, Emma Polanco, durante una ofrenda floral depositada el año pasado para la fecha.
Carta que le costó la vida a Orlando Martínez
Señor presidente de la República, ya que usted impide que un artista del prestigio y la calidad moral de Silvano Lora viva en su Patria, ya que dejar en el extranjero a dominicanos le produce placer o ganancias politiqueras, me voy a permitir hacerles algunas recomendaciones.
Espero que sobre todo medite la última. Como Usted ha dicho que, en este gobierno, y parece ser cierto, la corrupción sólo se detiene en la puerta de su oficina, ¿Por qué no saca de la República Dominicana a todos esos corruptos? Como aquí existe una galopante inflación de delincuentes sin uniformar y, según usted, también uniformados, ¿por qué no les ordena a los calieses del régimen que los apresen y los metan en un avión? ¿Por qué no les dice a los genízaros que prestan servicio en el aeropuerto que apresen no a los que traen cigarrillos de marihuana, sino a los pejes gordos del tráfico de drogas?
¿Por qué no manda al exilio a los que reciben comisiones para negociar contratos que entregan nuestras riquezas a las compañías multinacionales? ¿Por qué no instala en un barco a los latifundistas, a los que están negados a que este país salga del subdesarrollo y de la situación de miseria colectiva que lo acompaña?
¿Por qué no entra en ese mismo barco a quienes en la ciudad son el soporte ideológico de esos terratenientes? Y también a quienes son el sostén armado, los que dan palos, apresan y torturan campesinos que luchan por sus derechos. Como Usted es enllave de los norteamericanos, ¿por qué no le solicita un portaaviones para enviar al lugar que fuese a los numerosos calieses que viven del trabajo del pueblo?
caso de que su amistad con los Estados Unidos sea más estrecha de lo que sospechamos, ¿Por qué no le pide al Pentágono un cohete último modelo con el objetivo científico de crear una colonia de calieses en la luna? ¿Por qué no desaparece de la vista de los dominicanos honrados, que son la mayoría, a todos los vagos que en este gobierno cobran sin trabajar?
¿Porqué, tómelo en cuenta, no deposita en un cómodo asiento de primera a los funcionarios irresponsables que se las dan de Fouché contemporáneos y a la hora de la responsabilidad no dan la cara?
Y mi recomendación final: Si es inevitable que esta situación continúe, si es imposible evitar actos indignantes y miserables como el que presencié el domingo en el aeropuerto, ¿porqué, doctor Balaguer, no se decide Usted a subirse en el avión o el barco y desaparece definitivamente de este país junto a todos los anteriormente mencionados?
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