Con un órgano erógeno que dobla en terminaciones al del hombre, mujer y placer deberían ir de la mano. Sin embargo, muchas incógnitas siguen rodeando al éxtasis femenino. Resolvemos las dudas en torno a su clímax.
Entre tres y 30 segundos. Es lo que dura de media el orgasmo femenino materializado en rápidas contracciones rítmicas en las paredes vaginales. En ese tiempo se libera dopamina, oxitocina y feniletilamina, relacionadas con la recompensa: la felicidad y la energía. El principal responsable de estas sensaciones es el clítoris, un eje del placer que responde a más de 8.000 terminaciones nerviosas (el doble de las que tiene el glande). Pero esta zona no es la única que tiene la llave del gozo de las mujeres, porque el incuestionable poder del cerebro convierte casi cualquier parte de su anatomía en un potencial detonante del éxtasis.
“La estimulación adecuada hace que se acumulen una serie de neurotransmisores en el cerebro. Cuando alcanzan un nivel suficiente, ocurre una “tormenta química”, responsable de ese gran placer que llamamos orgasmo”, comenta Ana María Caro, médica sexóloga de Amaturum Sexología.
Fenómenos en serie
“Muchas de las cuestiones que asociamos a él, se dan en fases previas o posteriores. El rubor que se produce por la dilatación de los vasos sanguíneos y la aceleración de la frecuencia cardiaca o frecuencia respiratoria aparecen en la anterior etapa de excitación”, asegura la sexóloga MSonia Ruiz, directora de Esexencia, que incluye la lubricación entre las reacciones que se producen en ese momento.
Cuando se alcanza el culmen llegan los escalofríos, sudores, temblores, mareo e incluso -en algunas mujeres- una sensación de desvanecimiento. “Los efectos que provoca el orgasmo tienen que ver con la gran tensión que se acumula en el cuerpo hasta llegar al clímax”, indica la sexóloga Marta Pascual.
La intensidad y percepciones dependen del estado corporal y emocional de cada mujer que en menos de un minuto percibe un aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria y un incremento de la energía en terminales nerviosas. “Se despierta cierta euforia relacionada con la estimulación de las zonas erógenas. Puede desembocar en un estado que muchas describen como ’descontrol’ y dura unos breves instantes”, aclara MSonia.
Los labios menores pueden aumentar dos o tres veces su tamaño” Marta Pascual
Todos estos síntomas se intensifican para concluir en contracciones uterinas. “Puede aparecer un temblor ocasional y la congestión vascular en los labios menores implica un aumento de hasta dos o tres veces su tamaño”, explica Pascual. Poco a poco el pulso genital se desacelera hasta llegar a un completo estado de quietud.
Cómo se alcanza el tan ansiado orgasmo
“El único órgano en la mujer diseñado exclusivamente para el placer es el clítoris (no se le conoce otra función). Por lo tanto, es fácil pensar que todo proceso que desencadene el orgasmo tendrá que ver con su estimulación”, añade Pascual. Sin embargo, coincide en que achacarle todo el mérito nos daría una visión muy restrictiva.
Parece ser que si se acaricia cualquier zona del cuerpo y se produce un impulso suficiente, la magia puede estallar. “Para algunas mujeres puede ser especialmente erótico fantasear, incluso sin tocarse, o acariciar un lugar concreto. Pues si el estímulo es adecuado, en el cerebro ocurrirá lo mismo que cuando se acaricia el clítoris”, indica Caro.
En torno al 40% de las mujeres afirma no haber tenido un orgasmo durante la penetración
Sin embargo, en torno al 40% de las mujeres afirma no haber llegado al cúlmen durante la penetración. “Ver el orgasmo vaginal como algo natural es una idea totalmente errónea. Ya en el estudio La conducta sexual de la hembra humana que realizó Alfred Kinsey en 1953 se habla del placer clitoriano por encima del vaginal. Algo que también afirmaron -los investigadores- William H.Masters y Virginia E. Johnson en sus investigaciones”, comenta Ruiz.
Parece que anatómicamente, la vagina no está diseñada para el placer. “En su mayor parte es insensible, no tiene apenas terminaciones nerviosas en dos tercios, por eso no somos capaces de percibir un tampón cuando está bien puesto”, justifica Caro. En cuanto al punto G, su morfología no está definida -aclara-. “Pero sí lo conocemos como idea, sería una zona especialmente capaz de sentir, como una llave de entrada al placer. Para muchas mujeres está en la pared anterior de la vagina, pero para otras puede estar en otro sitio. Los pezones y el ano -añade Caro- son también muy importantes”.
A través del entrenamiento también se puede alcanzar el clímax. Una de las colaboradoras del citado proyecto, Debby Herbenick cuenta en su libro The Coreorgasm cómo ciertos ejercicios en el suelo pélvico pueden provocarlo. “Cuando se hace deporte se liberan sustancias que te hacen sentir bien, y contenta o feliz, estamos creando un entorno propicio para el placer y quizás también para sentir un orgasmo”, indica Ruiz.
La importancia de conocer tu propio cuerpo
El axioma definitivo ante la sexualidad se basa en que cuanto mejor se conozca el propio cuerpo, más opciones existen de sacarle partido al orgasmo. Con este objetivo ha nacido OMGYES , un manual del placer en 12 capítulos, con vídeos narrados en primera persona.
Entre sus fans está la actriz Emma Watson que lo recomendaba en una entrevista por sus consejos y trucos. Sus creadores Lydia Daniller y Rob Perkins se unieron con un grupo de investigadores para estudiar las técnicas del gozo de las mujeres. Ya que como indican en su site: “Unos milímetros o una ligera apertura de ángulo, presión y ritmo pueden marcar la diferencia entre el placer y la incomodidad”.
El ejercicio físico y mental, la fantasía, tocarse y acariciarse las distintas partes del cuerpo son las claves para conseguir ese orgasmo que recorre el cuerpo llenándolo, durante segundos, de sensaciones de éxtasis y placer.