En este mes, han ocurrido dos casos de personas que han acudido a la Policía Nacional y cuyos resultados han tenido un saldo fatal, por la forma en que han actuado los agentes de la institución que han manejado las situaciones. Los agentes han asistido a las personas, pero, al parecer, un mal manejo del protocolo ha provocado pérdidas de vidas, una de las cuales fue de la propia entidad policial.
La madrugada de este domingo 29 se conoció que la señora Juana Peña Cruz había sido ultimada por su expareja de un tiro en la comunidad El Limonal, de Jarabacoa, provincia La Vega.
El crimen podría pasar como un lamentable feminicidio más en el país, pero no puede ser así por las circunstancias en que ocurrió, lo cual evidencia, como, en otras ocasiones, que hubo un mal manejo o ausencia del protocolo de parte de la Policía Nacional, al momento de enfrentar casos delicados que impliquen secuestros o negociaciones con delincuentes, en los cuales estén involucradas las vidas de otras personas.
Juana Peña Cruz tenía 33 años y seis hijos. Pasada la medianoche del domingo fue herida de perdigones por su expareja José Esteva Mármol con un arma de fabricación casera. La dama huyó de la vivienda en que se hallaba para buscar ayuda de la Policía Nacional.
De ahí, de acuerdo a la misma Policía Nacional, en la persona del teniente coronel Luis Vargas Morillo, la víctima acudió a la institución para que la ayudaran a buscar a sus hijos, los cuales dejó en la casa. Entonces, los agentes la llevaron a un centro médico, donde la curaron y de donde acudió junto a los agentes a buscar a sus vástagos, ya que ella temía por la vida de ellos porque su agresor merodeaba por ahí.
Los agentes llevaron a la mujer a la casa donde residía, de la cual escapó y donde se suponía que estaban sus hijos en peligro. Estando en el lugar, ella fue ultimada por su expareja de un tiro. Según testigos, estaba dentro de la patrulla policial cuando recibió el tiro del hombre. Un disparo en la parte trasera del cristal del vehículo es testigo del impacto que recibió la víctima. La única herida y muerta durante el suceso, hasta donde se conoce.
Esa versión es negada por la Policía, que alega que la víctima murió cuando salió del vehículo junto a los agentes a buscar a los niños y que sus hombres enfrentaron al hombre valientemente. El homicida huyó y ahora es buscado activamente por los montes de El Limonal, los cuales conoce a la perfección, según la propia Policía, que dijo que la coloca en desventaja, ya que el fugitivo estaba arriba y podía ver claramente todos los pasos de rastreo que daban.
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En cualquiera de las dos versiones, la entidad no actuó apegada a cualquier protocolo de seguridad, pues puso en riesgo la vida de la víctima al llevarla al lugar donde suponían que estaba su agresor armado y donde había seis menores de edad, cuyas vidas también peligraban. Acudió una patrulla sola, no se buscó la ayuda de más agentes, lo cual se hace cuando se va a enfrentar a una persona armada. La situación era peligrosa y obligaba a que se actuará basado con un plan especial, que toda institución de protección a ciudadanos debe tener.
El swat muerto y el secuestro
El otro caso en que la Policía accionó de manera poco convencional fue el domingo ocho de este mes, cuando el primer teniente Juan Mercedes Vásquez, jefe de la unidad Swat en Invivienda, fue ultimado en lo, que al principio, se reportó como el secuestro de una familia por parte de un familiar, quien también murió en el incidente.
Todo comenzó cuando una persona llamó al Sistema Nacional de Emergencias 9-1-1 para reportar que un hombre armado tenía encerrada a sus hijas en un colmado en la urbanización Los Rosales, en El Tamarindo, municipio Santo Domingo Este y amenazaba con ultimarlos.