En tiempos en que la previa nocturna a base de alcohol se impone como antesala ineludible de la diversión adolescente y juvenil, en distintos países surgen grupos que optan por una alternativa más saludable y, aseguran, igual de entretenida. Proponen “divertirse sin alcohol” y de a poco contagian a sus pares con otro tipo de actividades y encuentros.
Es que, como explican, no se sienten identificados con esta forma de “pasarla bien” y le ponen el cuerpo a otras alternativas, con un mensaje que vale la pena compartir.
Divertirse sin alcohol
Ser diferentes no es fácil, sobre todo en la adolescencia y juventud. Pero, en grupo, es más fácil sostener la individualidad y navegar contra la marea. Sus argumentos son sencillos: no sólo se divierten igual sino que buscan hacerlo sin distorsionar químicamente su cerebro y sin dañar su organismo.
No es algo menor. Importantes médicos toxicólogos como Carlos Damin, jefe del área del Hospital Fernández, advierten que la forma en que los jóvenes toman alcohol genera un daño neurológico irreversible.
Y, desde distintos lugares, empiezan a alumbrar la hipocresía de los adultos y el alcohol y subrayan la revisión urgente que nos debemos todos para cuidar a nuestros jóvenes.
El gran problema es que, en la actualidad, el alcohol o sólo está socialmente aceptado sino que goza de una complicidad inédita por parte de los padres y de los medios de comunicación, que asocian al alcohol con algo que da estatus y vuelve cool a quien lo consume (podés ver: La trampa del “todos lo hacen”: padres temerosos, hijos en peligro).
Los motivos detrás de no tomar alcohol
Los jóvenes aseguran que su principal objetivo es divertirse y pasarla bien con sus amigos, escuchando su música favorita, charlando, jugando a algo o bailando sin necesidad de tener que tomar algo que estimule sus ganas o relaje pudores y temores.
Explican que optan por beber gaseosas en lugar de alcohol y que suelen enfrentarse a preguntas inquisidoras por parte de sus pares, que les piden que justifiquen el motivo por el cual deciden no consumir, como si tuviera que haber una razón más allá de sus propios deseos. Entre ellas se encuentran:
- ¿No tomás porque sos el conductor designado?
- ¿No tomás porque consumís alguna droga para “aguantar” toda la noche?
- ¿No tomás porque no ofrecen el trago que te gusta?
- ¿No tomás porque tuviste algún “problemita”?
Como resulta extraño que un joven decida no tomar, se vuelve necesario inventar una excusa para que se vuelva creíble. Incluso en muchos casos ocurre que se obligan a sí mismos a pedir tragos que nunca tomarán, sólo para que sus amistades dejen de insistir y para no sentirse un bicho raro del cual alejarse.
Estos grupos destacan que pasarla bien y divertirse no tiene que ver con el consumo de alcohol. Saben que afecta su salud y los pone en riesgo de múltiples maneras por relajar los sistemas de alerta que nos protegen ante situaciones que puedan comprometer nuestra integridad.
Saben que bajo los efectos de este tipo de bebidas, nuestros reflejos son más lentos y la capacidad de reacción frente a diferentes hechos también se ve afectada, y no quieren pasar por ese tipo de situaciones.
Si el alcohol es el pasaporte a la diversión estamos en problemas. Sumarse a este tipo de propuestas es ir más profundo y cuidar de la manera más adulta y saludable. ¿Te sumás?