Autor: J. F. Encarnación
Versículo Clave: "Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, Y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre". (Salmos 145:1 RVR 1960).
El Salmo 145:1 nos introduce en una declaración profunda de adoración y reverencia: "Te exaltaré, mi Dios, Rey mío." David comienza este salmo con un corazón lleno de gratitud y alabanza a su Dios, reconociéndolo como el Rey soberano sobre todas las cosas. Este versículo nos invita a elevar nuestros corazones y nuestras voces en adoración, no solo reconociendo la grandeza de Dios, sino también honrándolo como el Rey de nuestras vidas. Al igual que David, debemos estar dispuestos a poner a Dios en el lugar que le corresponde: el centro de nuestra vida y adoración.
Exaltar a Dios implica reconocer Su supremacía y soberanía en todos los aspectos de nuestra existencia. Es un acto de humildad, donde dejamos de lado nuestro ego y nuestras preocupaciones, y ponemos en primer lugar a Aquel que nos creó, nos redimió y nos sostiene. Exaltar a Dios no es solo un acto de palabras, sino un compromiso de vida. Cada decisión que tomamos, cada paso que damos debe ser para su gloria y honra. Al hacerlo, reflejamos su grandeza y nos acercamos a Su presencia de manera intencional.
En este versículo también encontramos la invitación a bendecir y alabar a Dios. "Bendeciré tu nombre eternamente y para siempre", dice David. La bendición a Dios es un acto de adoración que refleja nuestro agradecimiento por Su bondad y fidelidad. Bendecir a Dios es reconocer que, a pesar de nuestras circunstancias, Él siempre es digno de nuestra gratitud. Nos invita a alabarle no solo en los buenos momentos, sino también cuando enfrentamos dificultades, sabiendo que Él es fiel y su amor es inmutable.
A veces, la vida se vuelve difícil, y podemos sentir que nuestras fuerzas se agotan. Es en esos momentos cuando más necesitamos alabar y exaltar a Dios. La alabanza no solo se trata de expresar alegría, sino también de adorar en medio de la prueba. Al igual que David, debemos entender que nuestra adoración no depende de lo que sentimos, sino de la verdad eterna de quién es Dios. Él es digno de alabanza en todo tiempo, porque Su carácter es perfecto y sus promesas son fieles.
Hoy te animo a que, al igual que David, tomes la decisión de exaltar, bendecir, adorar y alabar a Dios con todo tu ser. No importa lo que estés atravesando, Dios sigue siendo el Rey soberano de tu vida. No permitas que las circunstancias te desvíen de esta verdad: Él está en control, y siempre merece nuestra alabanza. Exalta a Dios hoy, y haz de la adoración un estilo de vida. Que tu vida refleje Su gloria, y que cada día puedas decir, como David: "Te exaltaré, mi Dios, Rey mío".
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Frase de Hoy: "Exaltar a Dios significa reconocer Su autoridad y rendirnos ante Su soberanía con gratitud y fe." — David Jeremiah.
