En República Dominicana la educación en la formación de ciudadanos responsables y comprometidos con los valores cívicos, parece una utopía, vemos como una urgencia mas que una necesidad reintegrar la asignatura de Moral y Cívica en el currículo de educación.
En este contexto, la participación activa de las Juntas de Vecinos facilita educar a los estudiantes futuros ciudadanos, sobre sus derechos y deberes.
Los valores cívicos en particular la honestidad, la tolerancia, el respeto, la responsabilidad y la empatía están en riesgo a causa de factores sociales desfavorables. Un ambiente familiar deficiente, la pertenencia a grupos antisociales, altas tasas de desempleo y escasez de políticas públicas son parte de los desafíos que deben encarar nuestros jóvenes. La reintegración de la Moral y Cívica en el currículo de la educación Dominicana constituye una respuesta efectiva a estos problemas, para ofrecer a los estudiantes el medio necesario para navegar por el mundo.
Al colaborar con escuelas y educadores, estas organizaciones pueden facilitar talleres, charlas y actividades comunitarias que incentiven la moralidad y la ética en la vida cotidiana.
La inclusión formal de la Moral y Cívica en el currículo de la educación Dominicana es una inversión en el futuro de nuestra sociedad. Al formar ciudadanos conscientes y comprometidos, estamos dando paso a un desarrollo sostenible y social. Las juntas de vecinos pueden ser aliadas fundamentales en este esfuerzo, actuando como puentes entre las instituciones educativas y la comunidad.
La Moral y Cívica deben ocupar un lugar central en los centros educativos, no como un mero eje transversal ni competencia fundamental, sino como una asignatura vital que prepare a nuestros jóvenes para enfrentar los retos del mañana.
La promoción de valores como la honestidad, la tolerancia, el respeto, la responsabilidad y la empatía es esencial para el desarrollo individual de nuestros jóvenes y para el fortalecimiento nuestras comunidades.
Los jóvenes interactúan de manera más efectiva con personas de diversos orígenes y perspectivas, al aprender a aceptar y valorar las diferencias, lo cual enriquece su experiencia social.
Los jóvenes colaboran más entre sí, lo que resulta en un entorno más seguro y armonioso. La confianza mutua se traduce en una mayor participación cívica y comunitaria.
Los jóvenes que entienden la importancia del respeto y la tolerancia son menos propensos a comportamientos agresivos o discriminatorios.
Al aprender sobre los valores cívicos desde una edad temprana, los jóvenes desarrollan habilidades críticas para enfrentar los desafíos sociales actuales.
Edward Rodríguez
Presidente de la Junta de Vecinos San Juan Oriental