Cada año se denuncian 370 delitos de incesto en el país. En cuatro años se realizaron 1,700 denuncias. Muchos casos quedan impunes y “en secreto”
Cuando un niño es abusado, el agresor lo ha manipulado para que logre mantener el silencio con sugestiones y amenazas como “no te creerán”, “si lo dices voy a hacerle daño a tu familia” o “este es nuestro pequeño secreto”.
No existe un perfil… Cualquier persona puede ser un depredador sexual y cualquier niño, niña o adolescentes puede ser víctima. La forma de actuar del agresor es como la de cualquiera. La diferencia es la intención con la que se acerca, afirma Heidy Camilo, especialista en violencia intrafamiliar.
“El depredador sexual, luego de elegir a la víctima, buscará ganarse su confianza, y cuando es miembro de la familia es más fácil, ya que para el menor este adulto goza de su confianza pues es quien está llamado a cuidarle”, explica.
En el país, las violaciones sexuales a menores por parte de un miembro de la familia presentan cifras alarmantes. Y aunque muchos de los casos siguen en silencio por vergüenza o miedo, otros llegan a ser denunciados ante los organismos correspondientes.
El promedio anual de denuncias de incesto que llegan a la Procuraduría se estima en 370. Se trata de niños, niñas y adolescentes abusados por alguien con quien comparten lazos sanguíneos.
En 2019 se dispararon las denuncias
Solo en los primeros seis meses de este año (enero-junio 2021), la Procuraduría General de la República manejó 216 denuncias de incesto. La cifra sigue una marcada tendencia al aumento, tras presentar una reducción en el 2020, año del confinamiento y comienzo de la pandemia.
En los últimos cuatro años y seis meses (2017 a junio del 2021), las denuncias de incestos llegaron a 1,701. El número ha fluctuado en el siguiente orden: 2020 se realizaron 290; en 2019 se registraron 436; en 2018 se recibieron 358 y en 2017 el número llegó a 401.
Los especialistas sostienen que la seducción es la primera etapa del abuso sexual en menores. En el periodo 2017 a junio del 2021, la Procuraduría recibió 8,376 denuncias de seducción de menores.
La historia que no se cuenta
Pero estas alarmantes cifras pudieran quedarse cortas si los casos que permanecen en silencio fueran revelados y se desenmascara al opresor que lastimosamente pudiera ser papá, tío, hermano o abuelo.
El estudio “Violencia sexual en niños, niñas y adolescentes” (enfocado en Villas Agrícolas y La Zurza) indica que “no todos los casos de violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes se denuncian, a menudo quedan en secreto, ya sea porque ocurren en el ámbito intrafamiliar, por miedo a las implicaciones que pueda originar la denuncia, por dificultades en la detección cuando se trata de niños y niñas muy pequeños, estos no tienen autonomía para denunciarlo o porque las situaciones son minimizadas o naturalizadas”.
No hay un registro unificado
El estudio, publicado en febrero de 2020 por la Fundación Abriendo Camino, precisa que “entre las distintas instituciones (de salud, justicia penal y de las políticas sociales) que intervienen en el proceso de detección y denuncia de casos de violencia, no hay un registro unificado y las informaciones no están debidamente desagregadas según sexo, edad, ubicación geográfica, discapacidad, lo que impide contar con una visión completa de la magnitud del problema”.
¿Qué pasa en Santo Domingo Este?
Llama la atención que una gran parte de los casos de incesto que se denuncian en el país ocurren en Santo Domingo Este. De las 290 denuncias realizadas en el año 2020 ante la Procuraduría, 133 se efectuaron en este municipio de la provincia Santo Domingo.
El fantasma de vergüenza y culpa
De acuerdo con la psicóloga Heidy Camilo, las secuelas dejadas por el abuso sexual incestuoso van desde trastornos de estrés postraumático, hasta trastornos de personalidad y del estado de ánimo. “Se ha observado que en el trastorno límite de la personalidad, así como en el trastorno histriónico de la personalidad es muy frecuente que quienes los padecen fueron abusados sexualmente en su infancia. También se presenta depresión”, agrega.
Explica que en las víctimas de abuso sexual incestuoso se presenta la culpa, la vergüenza y el pánico como sentimientos muy frecuentes, además de dificultad para relacionarse y confiar en los demás.
Las señales de un abuso
La especialista en intervenciones en psicoterapia, Lorraine Isa, indica que cuando se observa en un niño las siguientes conductas se debe recibir como una alerta para explorar algún tipo de abuso: aislamiento, tristeza, irritabilidad, rebeldía, conducta regresiva (comportamientos de niños más pequeños que ya habían sido controlados como hacerse pipí, no querer dormir solos, actuar como un bebé).
¿Cómo romper el silencio?
La psicóloga recomienda explicarles a los niños que hay personas, familiares o desconocidos, que quieren jugar con las partes privadas. “Preguntarles si alguien les ha propuesto este juego, dándoles la seguridad de que papá y mamá no se enojarán, sino que lo protegerán” sugiere.
De su lado, la experta en violencia intrafamiliar, Heidy Camilo, explica que cuando ocurre un incesto la dinámica familiar cambia, pues cuando se da la fase del descubrimiento del abuso sexual, muchas familias lo manejan de manera inadecuada y se convierte en un tema del conflicto familiar, llegando inclusive a revictimizar a quien ya fue abusado.
Aquí no ha pasado nada
La terapeuta explica que hay parientes que deciden no accionar en contra del depredador por miedo o complicidad. Contrario a esta, está la familia protectora de la víctima, que buscan ayuda terapéutica e inician un proceso legal en contra del agresor.
Sin embargo, la experta advierte que el principal factor de riesgo en todas las familias es creer que no les puede pasar. Y cuando les pasa se ven envueltas en el fenómeno del doble ciego (no lo veo porque esa verdad es en extremo dolorosa).
“Muchas familias luego de esta ‘explosión’ pasan a un estado de desconocimiento del abuso para preservar la ‘unión’ familiar, lo cual hace más daño que el mismo trauma del abuso sexual”, afirma. Camilo, quien también es especialista en sexualidad humana, cuenta que en su consulta es muy frecuente recibir mujeres que fueron víctimas de abuso en su niñez y que hoy presentan anorgasmia, vaginismo y dificultades para confiar en los demás. Otras empiezan a recodar fragmentos del abuso luego de tener sus propios hijos y empiezan a sentir angustia y esto las lleva a terapia. Agrega que la frecuencia en hombres es menor pero también se presenta.
¿El trauma se puede superar?
La terapeuta familiar, Lorraine Isa, enfatiza en que si la agresión sale a la luz, y el niño cuenta con un sistema de apoyo que le ponga nombre a lo sucedido y actúe en consecuencia denunciando al agresor y asistiendo a terapia, el trauma puede superarse. Pero advierte que cuando hay revictimizacion, cuando se silencia a la víctima, no se cree la historia o la familia intenta ocultar lo acontecido, el trauma crece como un monstruo silente que generará consecuencias a lo largo de la vida de la víctima.
Urge un mejor manejo de casos
La falta de referimiento al Ministerio Público y denuncia de casos de violencia sexual detectados por el personal médico sanitario, por temor a represalias, así como la impunidad y negligencia en la persecución penal y la recolección de evidencia científica que permita sustentar los casos y condenar a los perpetradores de violencia sexual, son parte de las conclusiones del estudio “Violencia sexual en niños, niñas y adolescentes”. Por consiguiente, en el documento se expone la recomendación siguiente: “Reclamar mayor inversión pública para la implementación de la Hoja de Ruta Nacional para la Prevención y Eliminación de la Violencia contra Niños, Niñas y Adolescentes, las guías y protocolos para la atención a víctimas, y un mayor compromiso por parte de los tomadores de decisiones y los actores claves”.