Hace apenas unos días, ABC publicaba un estudio llevado a cabo por investigadores de la universidad china de Zhejlang y según el que el virus SARS CoV-2 ha adquirido ya las mutaciones suficientes como para modificar sustancialmente su patogenicidad. En concreto, los investigadores hallaron que algunas cepas, precisamente las que llegaron primero a Europa y después a Estados Unidos, podían ser hasta 270 veces más virulentas que las que proliferaron durante las primeras semanas en China, donde se originó la pandemia.
Ahora, un equipo de científicos del Laboratorio Nacional de Los Alamos, en Estados Unidos, corrobora ese trabajo y afirma haber identificado una nueva cepa del coronavirus que ha conseguido volverse la dominante en todo el mundo, mucho más contagiosa que las versiones que se propagaron durante los primeros días de la pandemia. A falta de una revisión por pares, los investigadores han publicado su hallazgo y sus conclusiones en el servidor « biorXiv».
Vulnerables a una segunda infección
Según escriben los científicos, la nueva cepa hizo su aparición en Europa en febrero y emigró rápidamente a la costa este de Estados Unidos. Desde mediados de marzo, es la variante del virus dominante en todo el planeta.
En su estudio, Bette Korber y sus colegas advierten que, además de propagarse más rápido, esta cepa del virus es capaz de hacer que las personas sean vulnerables a una segunda infección tras haber pasado la enfermedad.
Los científicos señalan el hecho de que, en su mayor parte, las investigaciones de los científicos que trabajan en el desarrollo de tratamientos y vacunas se han basado en las primeras secuencias genéticas del virus, conseguidas poco después de su aparición, por lo que podrían no ser efectivas contra esta nueva versión del Sars Cov-2.
Una mutación en la espícula «S»
La mutación que caracteriza esta cepa se centra, precisamente, en las espículas que sobresalen de la superficie del virus y que le permiten acoplarse a las células humanas. Los autores aseguran que «sentían la necesidad urgente de dar una alerta temprana», para que las vacunas y medicamentos que están en desarrollo en todo el mundo tengan en cuenta la mutación y puedan ser efectivos contra la cepa mutante.
El estudio también señala que en todos los lugares donde la nueva cepa aparecía, infectaba a muchas más personas que las versiones anteriores del virus salidas de Whuhan, hasta el punto de prevalecer en muchos países en cuestión de pocas semanas. Ese dominio sobre las cepas anteriores demuestra, según los investigadores, que es mucho más infecciosa, aunque aún no se sabe muy bien por qué.
El estudio se llevó a cabo a partir del análisis computacional de más de 6.000 secuencias de coronavirus de todo el mundo, recopiladas por una iniciativa alemana para compartir todos los datos de Influenza. En todas las ocasiones, los investigadores comprobaron cómo la nueva versión terminaba por convertirse en la dominante. El equipo identificó 14 mutaciones diferentes en el genoma del coronavirus, compuesto por unos 30.000 pares de bases de ARN, pero se centraron en la llamada D614G, que es precisamente la responsable de los cambios en los picos del virus.
Según escribió Korber en su cuenta de Facebook, «esta es una noticia difícil. Nuestro equipo ha podido documentar esta mutación y su impacto en la transmisión solo gracias a un esfuerzo global masivo de personas, clínicas y grupos experimentales que hacen que las nuevas secuencias del virus estén disponibles tan rápido como se pueda».
El estudio, que se extiende a lo largo de 33 páginas, detalla cuándo surgió la nueva cepa del virus, cómo se distribuyó por el mundo y cuánto tardó en convertirse en la versión dominante. Uno de los primeros países en ver el nuevo virus fue Italia, durante la última semana de febrero, casi al mismo tiempo que la cepa original, a la que sustituyó rápidamente. En Estados Unidos, la cepa original llegó a Washington a finales de febrero, pero para el 15 de marzo ya había sido sustituida por la nueva versión. Lo mismo sucedió en Nueva York.
La efectividad de las vacunas, comprometida
Si el virus sigue sufriendo mutaciones incluso durante los meses de verano, advierte el estudio, podría superponerse incluso a los primeros tratamientos médicos y vacunas diseñados a partir de las primeras versiones del virus, por lo que su efectividad podría verse limitada seriamente contra esta nueva cepa del SASRS Cov-2.
El estudio no indica específicamente que la nueva versión del virus sea también más letal que la original. Lo que sí es cierto es que las personas infectadas con la cepa mutada tienen una mayor carga viral que el resto. Y que el nuevo virus se propaga con mucha más velocidad que el original. Lo cual, según los investigadores, podría ser suficiente para que las personas que ya han pasado la enfermedad y se han vuelto inmunes, puedan sin embargo volver a infectarse con la nueva versión.