Dragon Ball representa la infancia de casi todos los que fuimos niños en República Dominicana durante la década de los 90′ y principio del nuevo milenio (que de nuevo ya no tiene nada).
Inolvidables fueron las aventuras del pequeño Gokú, quien era un niño solitario que vivía en las inhóspitas montañas y que posteriormente se toparía con una adolescente Bulma, quien era una exploradora que buscaba afanadamente las llamadas Esferas del Dragón, las cuales concedían un deseo a todo aquel que encontrara las siete en total.
¡Después de ese encuentro, todo sería historia!
Durante toda la primera saga de Akira Toriyama, creador del mundo Dragon Ball, a Goku y Bulma se les unirían Krilin, Yamcha, el maestro Rochi, Ten Shin Han y Chaos. También se enfrentarían a enemigos poderosos como el mercenario Tao Pai Pai, la Patrulla Roja y el temible Pikoro Daimacu.
Dragon Ball Z
Pero si la saga de Gokú siendo niño nos fascinaría a todos; no podíamos imaginar que la siguiente parte (ya él siendo adulto) nos fanatizaría como ningún otro dibujo animado.
La saga de los sayayines fueron tan populares que hasta las personas adultas llegaron a sintonizarlos de manera disciplinada.
Recuerdo que el rating del canal que lo transmitía era tan alto que, en una época donde los extendidos apagones eran el pan nuestro de cada día y los inversores eran casi un lujo, la media hora de transmisión del dibujo animado parecía ser el único momento sagrado para las generadoras eléctricas de esa época, ya que nunca se iba la luz a la hora que se transmitía.
Y creánme que no exagero, pues una tanda de transmisión no fue suficiente; por lo que el canal que pasaba el dibujo animado dictaminó que el capítulo de la tarde sea repetido por las noches para que, quienes no hubiesen podido sintonizarlo, lograran hacerlo en el horario nocturno. Les digo que era una cosa de locos.
Dragon Ball Z tenía escenas más crudas, la música despedía tensión por el suspenso de sus composiciones y el derramamiento de sangre no era un tema tabú; a pesar de que el público era especialmente para niños.
Increíblemente la pólemica que se generó no fueron por las escenas fuertes sino por los mensajes subliminales (y también los mensajes obvios) que se podían interpretar en el dibujo animado. Y es que no faltaron los religiosos que tildaron a Dragon Ball de ser satánico y diabólico.
Esa secuela nos regaló a los villanos convertidos en buenos, tales como Piccolo, Vegeta y el Majin Bu Obeso; pero también nos dio a los villanos irreconciliables como Freezer, Cell y Buu.
Pero todo lo bueno se acaba…
A Dragon Ball GT le llamé «el principio del fin». Y aunque no fue producido por su creador Akira Toriyama, esa saga comenzó a quitarle la calidad al dibujo animado… era el fin de las buenas historias, la música perfecta y los excelentes diálogos.
Era el fin de la era sin sensibilidad y el inicio o antesala de la «generación de cristal».
En esta parte sufrimos el absurdo de ver a Goku convertido en niño otra vez debido a un fallido deseo pedido a las Esferas del Dragón. Entonces, para que el planeta Tierra no explotara, este decidió junto a Trunks y Pan reunir las siete esferas del universo.
Largos meses de aburrimiento chocaron con el primer gran villano de esa saga, el mutante Beby, quien dio un poco de aliento (aunque no tanto). Luego vendría el aburrido Super Androide 17 y los infantiles dragones malignos.
La poca creatividad
Después de un gran receso y un cambio generacional, Akira Toriyama decidió reanudar la serie y obviar el infantil Dragon Bal GT para estrenar Dragon Ball Super.
Dragon Ball Super no hizo más que centrarse en un torneo de artes marciales universal; una forma de revivir los clásicos torneos que tantos gozos nos dieron durante la primera saga de este dibujo animado, solo que ahora reuniría a los peleadores más poderosos de los distintos universos.
La creatividad fue nula. Rescataron a Freezer del lado oscuro y lo pusieron al lado del androide 17 (otro bendecido) y de Gokú para que se enfrentara al rival más temible: un tal Jiren.
Jiren es el villano principal con menos personalidad y creatividad jamás pensado. No tiene facciones extraordinarias y le dan poderes que a cualquier otro personaje (si Akira hubiese querido) también se los daría.
No despierta pasiones. No hay una pizca de dinamismo ni de empatía con su forma de ser, con su historia. En definitiva, más brillaba el androide 17 que cualquiera; y es porque este ha sido infravalorado por Akira Toriyama, al punto de que en ocasiones lo echa hacia el olvido.
Dragon Ball Super Hero
Anoche vi Dragon Ball Super Hero, el nuevo invento de Akira Toriyama.
No daré espóiler; solo resumiré mis impresiones al respecto. En pocas palabras, este dibujo animado no es ni la sombra de lo que fue. Anoche creí estar en el cine viendo a los Teletubbies, a Bob Construye o al oso Barney.
Si Dragon Ball GT era infantil, Dragon Ball Super Hero es para recién nacidos. En una de las peleas entre Piccolo y uno de los nuevos androides de la resucitada Patrulla Roja, hasta onomatopeyas le colocaron (como en los tiempos de las caricaturas de Batman).
Goku y Vegeta andan enamorados de Beerus y Whis, y ahora al club se les unió el otrora temible Broly (ahora parece un grandulón sin personalidad).
Señores, ustedes dirán que me estoy poniendo viejo; pero es que no. No es eso.
Es que al Piccolo de ahora le regalan peluches y habla por un celular en forma de gato, y literal… lo tienen como niñera. Y a Vegeta y Broly lo tienen haciendo mueca como los niños de 12 años.
Concho Akira Toriyama, así no… ¿qué has hecho con Dragon Ball?