Un entierro grupal de la época escita fue encontrado durante las excavaciones de un pozo de agua construido en el siglo VI a. C. en un antiguo poblado en la provincia de Lípetsk, en el oeste de Rusia, según un estudio publicado el pasado viernes en la revista Uralski Istorícheski Véstnik.
Inicialmente, el pozo tenía una profundidad de seis metros, pero tras un incendio que destruyó el asentamiento fue abandonado y se erosionó durante largo tiempo. Cuando su profundidad se había reducido a cuatro metros y luego de que la zona fuera repoblada, se utilizó como tumba en algún momento entre los siglos IV y III a. C.
Todos los enterrados tenían más de 50 años. Tres de ellos fueron colocados en el fondo del pozo y el cuarto, en estado avanzado de descomposición e incompleto, fue introducido varias semanas después. El análisis de los restos indica que "los cuerpos de los muertos se bajaron sucesivamente y sin prisa a lo largo de las paredes, probablemente con la ayuda de cuerdas".
El ajuar funerario localizado en el pozo incluye cerámica y restos óseos de animales, así como al menos dos arpones de hueso. Además, luego de ser llenado con tierra, el pozo fue cubierto con una plataforma de barro en la que se observan restos de fogatas.
"Indudablemente, era el lugar de acciones rituales. […] Todo eso indica que en el poblado existía un complejo ritual cuya parte principal era el enterramiento colectivo en el pozo abandonado", opinan los arqueólogos. Al mismo tiempo, dudan que los enterrados hubieran sido asesinados.
"No se puede determinar la causa de la muerte. Sin embargo, la ausencia de lesiones letales en los esqueletos es una prueba circunstancial de que no fueron víctimas de la violencia. Por supuesto, no se puede descartar que simplemente no dejaran marcas en las estructuras óseas. Pero, de nuevo, las diferencias en el momento de la muerte y la forma en que se manipularon los cuerpos hacen dudar de que se tratara de algún tipo de costumbre violenta", señalan.
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